Me ha tocado hacer la crónica del día 6 de Diciembre cuando actuamos en Pioz con la obra “Ruidos en la casa”. Si no he entendido mal, mi nombre ha salido como agraciado en un sorteo en el que no he estado presente y cuyo premio consiste en hacer la dichosa crónica. He de advertir, que cuando escribo por encargo u obligación, mis textos son pésimos y carentes de sustancia, en cambio cuando me dejo llevar por mi inspiración, jamás consigo escribir nada.
¿Qué coño es una crónica? Pues bien, una crónica, es la descripción de unos hechos por orden cronológico. Por lo tanto, empezaré desde el principio.
De la nada surgió una explosión que dio origen al universo. Y en ese universo nacieron unas estrellas, cuya constelación se llamó Maru-Jasp… Creo que he empezado muy atrás. Mejor ir al grano.
La mañana del día de autos, quedamos en Pioz, para terminar de montar algunas cosas del decorado que quedaron pendientes y colocar y dirigir luces. (Si, he escrito “la mañana del día de autos”) Aquella mañana, no tuvo nada de especial. Fue como todas las demás, mientras montábamos las luces, yo aprovechaba para meterle caña a José, y así echarnos unas risas. Lo de siempre. Para mí, lo verdaderamente relevante pasó por la tarde.
Después de comer, al volver a Pioz, y ya en el mismo pueblo, a unos metros del teatro, se cruzó delante de mi coche, otro en sentido perpendicular al mío. Este hecho, hizo, que a pesar de pisar el freno y reducirse la energía cinética de mi vehículo, la inercia hiciese de las suyas, y la parte delantera de mi coche terminara adherida contundentemente a la puerta del conductor del coche de enfrente. Dicho acontecimiento, no tendría nada de particular, (aparte de haberme quedado sin coche), si no fuese porque me quedaban en ese momento tan solo tres horas para salir al escenario. Imaginaos: Golpe con el coche, pequeña discusión, hacer parte del accidente, llamar grúa, esperar grúa, esperar grúa, esperar grúa, bajar el coche a Alcalá, llamar a mi mujer, subirme con ella otra vez a Pioz, entrar al teatro y pensar ¡Dios mío, me queda una hora para actuar! Y aquí es donde empieza, lo verdaderamente importante.
Todos los actores, somos seres vivos, llenos de pasiones, pensamientos y problemas, personales, que debemos dejar a un lado cuando nos metemos en la piel de un personaje. Que fácil resulta decirlo, pero debemos procurar que sea así. En la misma obra que estamos representando, se puede ver en clave de humor, como los personajes quedan impregnados de las pasiones personales del actor, y como el reflejo de esas pasiones durante la representación da lugar a situaciones verdaderamente cómicas.
El personaje, no tiene que verse contaminado en ningún momento por nuestra realidad y es esto, una de esas cosas que hace que la labor del actor resulte difícil. Esto me hace recordar cuando trabajé con Doña Aurora Redondo, una actriz maravillosa que en aquél momento era muy ancianita. Para andar, tenía que ayudarse de un bastón, su cadencia al andar era lenta y pausada, y la mayoría de las veces iba del brazo de alguien, y sobre todo había que ayudarla para subir o bajar los escalones que daban acceso al escenario. Cuando la vi por primera vez, me dije, ¿Cómo puede esta mujer interpretar la Brígida del Don Juan, si no puede moverse? La respuesta, no estaba en el cuerpo de Aurora Redondo, la respuesta, estaba en el personaje de Brígida. Cuando ella salía a escena, no necesitaba bastón, ni apoyarse en nadie. Se movía con toda la agilidad que le permitía su edad y con una fuerza y un ímpetu que luego fuera del escenario no tenía. Esto es lo que yo llamo “la magia del teatro”.
Quiero manifestar con esto, y lo digo para los profanos en la materia, que el teatro, aparte de ser divertido, conlleva de un esfuerzo sicológico, que en muchos casos puede superar en intensidad al físico. Y la fuerza del personaje que interpretamos muchas veces es tal, que nos hace sacar energía incluso cuando no la tenemos. Por eso, aquella tarde, hice todo lo que pude para alimentar a mi personaje y salí.
Con respecto a la representación, decir que salió mejor de lo que esperaba y en algo se tiene que notar que era el tercer estreno. Eso si, para mí las proyecciones entre cada acto, sobraban. Pero eso es tan solo una opinión.
Después, quedamos para celebrar con una cena el decimoquinto aniversario de Maru-jasp, y tengo que decir, que me encuentro cada día más orgulloso de pertenecer a este grupo.
NOTA PARA GOYO Y JOSE: Cuando he puesto lo del “día de autos” es para hacer un chiste fácil, pues ese día destrocé mi coche. Sé que para vosotros es difícil de captar, pero espero que esta nota os lo haya aclarado.
Jose Manuel Ayala. “Cuqui”.